«Perdón por ser humana»

La palabra de Vilma Vega en la presentación de su nuevo libro, Travesía, antología poética

Gloria Bratschi presenta el libro de Vilma Vega. (imagen «robada» del portal de la poeta).

Se presentó el viernes 19 de noviembre, al anochecer, en la Legislatura de Mendoza, el libro Travesía, de Vilma Vega. Dado el lugar –el auditorio Margarita Malharro de Torres de la llamada Casa de las Leyes–, uno no puede evitar recordar la famosa frase de Shelley: «Los poetas son los legisladores no reconocidos de la humanidad».

No voy a referirme al libro sino a la presentación. Ahí estaban Sara Rosales, Gloria Bratschi, que acompañó a Vilma en la mesa y dijo hermosas y entrañables palabras que emocionaron a Vilma y a nosotros el público; Pocho Sosa, Billy Romero, Pedro Marabini, Varón Álvarez, Pedro Zalazar y muchas personas más, familiares, amigos, artistas. Pido disculpas por las omisiones: no me quedé al brindis ni saludé a nadie ni pude comprar el libro, pero grabé buena parte de las palabras de la autora.

Comenzó el encuentro una hermosa danza a cargo de Cristina Castro, mientras se escuchaba, en la voz de Mauricio Chaar, el poema El tiempo y la Vendimia, de nuestra autora.

Luego, Billy Romero se refirió a Vilma con palabras de verdadera amistad y lanzó algunos conceptos sobre la importancia y la situación de la gestión de la cultura en Mendoza. A continuación, Gloria Bratschi, como se anticipó, tuvo palabras sentidas y elogiosas para la autora. Mientras hablaba, le daba la mano a Vilma y se cruzaban miradas de afecto. El clima se volvió decididamente emocionante y poético.

Ofrezco a continuación buena parte de las palabras de la destacada escritora, con la recomendación a los compañeros poetas de que atiendan a su potente y torrencial voz. La de Vilma Vega es una lírica que nos embosca con su cadencia serena y hasta clásica, pero vehemente y de pulida y punzante sonoridad. No faltará el humor en sus dichos, además del agradecimiento y la alegría de reencontrarse con tantos amigos.

Ahora habla Vilma Vega:

«¿Por qué nace este libro? Los libros vienen de muy atrás. Mis primeros libros fueron impresos cuando las imprentas tenían linotipos. En la calle Ituzaingó, los hermanos López, que tenían esa imprenta donde íbamos todos los poetas porque nos hacían planes te pago. O si no la imprenta Palero también. Corregir las pruebas de galera era un trabajo muy emocionante. Aquellos libros son tan lejanos ya, que se me han perdido hasta a mí misma. Yo no puedo encontrar mi primer libro. Entonces decidí reunir a todos mis hijos en uno, y fue una tarea bastante difícil. Porque uno quiere a todos los poemas, son los hijos. Tener que elegir de cada libro unos pocos poemas es muy difícil.


«Pasó mucho tiempo, me costó elegir los poemas, me costó compilar. Pero fue una experiencia hermosa porque empecé a recobrar las etapas que había vivido. Cuando recién estaba en los grupos de poetas noveles, con la primera maestra que tuvimos, Nilda Díaz Pessina, la querida amiga…

«Los grupos de poetas jóvenes teníamos la costumbre, en aquella época, de programar visitas a los grandes. Entonces íbamos a la casa de [Ricardo] Tudela, de [Américo] Calí, de [Jorge Enrique] Ramponi. Verdaderamente era una maravilla. No puedo decir si me gustaba más leerlos o escucharlos, porque eran increíbles.

«Fuimos caminando de a poco y fuimos conociendo otras cosas. Después me enamoré de la Vendimia. Esa fue otra etapa, otra etapa muy importante. Es distinto. No soy poeta en la Vendimia, soy guionista. Es una maravilla verla a la Vendimia. Comprender toda la historia, estar con sus hacedores. Yo me acuerdo que solía ir a espiar los ensayos de Abelardo Vázquez, y siempre terminábamos de figurantes. A mí me ponían de indio, porque era alta, delgada y con el pelo largo negro (risas), entonces siempre iba de indio, no de india, de indio. Era una emoción. A veces lo charlábamos con Gloria [Bratschi], porque ella también ha vivido esas experiencias.

«Lo maravilloso de ir cosechando amigos. La Sarita Rosales, que hace poco me decía: “Nosotras hemos compartido tantas cosas, tantas alegrías, tantos dolores, que inevitablemente somos parientes”. Y es verdad.

«El Pedrito Marabini. Si habremos imaginado, volado y concretado un montón de Vendimias y que, no obstante, me dice: “Ni mi mamá me ha retado tanto como vos”.

«El Billy [Romero] es un capítulo aparte. El Billy es un hermano, un costado. Es la seguridad de que siempre nos vamos a decir las cosas de frente, que no vamos a andar con secretos ni con ningún tipo de antifaz.

«Viene la otra etapa, la etapa municipal, de los talleres municipales. Mis alumnos… veo algunos acá… (…) Fue una etapa maravillosa, en que nacía también el Taller de Autores. La recopilación de trabajos era un emprendimiento solidario. Recuerdo que aprendí a coser los libros, lo hacíamos todo juntos. De ahí nacieron los grupos literarios Metáfora y Bolígrafo, y también crecieron.

«No puedo menos que recordar a Mirta Barroso y las mil anécdotas que tenemos en la cocina de la Vendimia (se ríe). A veces decimos: “Creo que ganaríamos mucho dinero si nos pusiéramos a recopilar todo el anecdotario de la cocina de la Vendimia”, porque era una maravilla realmente. Eso lo sabe el Pedrito también.

«El Pedro Zalazar, el señor sabio que siempre nos aconseja en las redes. Nos reíamos tanto cuando teníamos que hacer los pregones para la obra de Damián Sánchez… En fin…

«Yo creo que ustedes se estarán preguntando “conoció la linotipo, conoció a Abelardo Vázquez, conoció a Ramponi, esta mujer debe tener más años que un elefante”… Y sí, y sí… yo creo que sí, pero valió la pena. Muchos creen que saber vivir la vida es acopiar cosas materiales. Pero yo siempre digo: “Más valioso que acopiar oro es acopiar horas”. Porque las horas nos descubren caminos y los caminos están llenos de amigos, que se van quedando con nosotros. Algunos se van, pero siempre están en nuestro corazón.

«Billy recién hablaba del José Julio Balmaceda. Hace tantísimos años que no lo veo, pero es de esas personas que nunca van a ser ausencia. Eso es hermoso… Es hermoso poder decirlo, es hermoso poder tenerlo. Creo que lo mejor que tengo fue la cosecha de amigos a través de la vida, esa cosecha que hasta hoy me acompaña…

«No sé… no quiero hacer esta charla demasiado larga».

A continuación, sin citar el título, la autora recitará su poema En mi descargo, que figura en Travesía:

Y bien… es necesario a veces

vestirse la soledad de alguna madrugada

para asumir todas las realidades que llevamos adentro

para dejar de ser lo que es más cómodo

y aceptar lo que somos simplemente

con el simple heroísmo de mirarnos sin miedo

en trizados espejos benévolos que a veces inventamos.

Y bien… yo soy poeta

mejor dicho, creo que soy poeta

¿Por qué?

Nunca podría decirlo a ciencia cierta

Tal vez porque mi padre, a falta de dinero,

Me lo dejó de herencia.

Me sembró en la carne esta avidez de estrellas,

Esta inquietud de cielos infinitos,

Esta tierna locura de cantarle a las cosas aunque duelan

O tal vez el poema

Vino a mi encuentro desde algún ignorado designio

Y fuimos de la mano a destapar corolas.

Al recoger la lágrima furtiva que rueda siempre por alguna calle

A visitar la angustia de los otros

A quedarnos un poco en la tristeza

Y también en el hambre

A poner una brizna de ternura en el rostro de cada niño triste

A encender una lámpara de esperanza y tibieza

En el país vacío de los grandes.

Y bien…

Pero no es cierto que el poeta descansa entre las nubes

Y coma pan de polen y beba extraños néctares

Confieso que el poeta es sólo un hombre

Confieso que yo al menos

Vivo los desencuentros de todos los humanos

Que tengo miedo a veces y a veces soy valiente

Y porque ya perdí la cuenta

De todas las personas que se quedaron muertas

En mi viejo equipaje de quimeras

Es que emprendí el adiós antes que el bienvenido

Y supe de la sed antes, mucho antes de conocer el agua

Y bien…

Tengo una casa, como toda la gente

Un rincón con mis libros

un cuarto y una cama

Y tengo una familia que me ha pesado a veces

Pero que fundamenta mi existencia

Y alimenta mi razón de existir

Porque la amo

Perdón

Porque mi oficio me presta una fachada

Y amplitud que a veces no poseo

Sé que soy limitada, vulnerable y factible de todos mis errores

Sé que decirme así, sin atenuantes, no es fácil

Tal vez daña

Pero aquí, frente a ustedes

Mis siempre compañeros de sueños

Mi tropa constelada de amor y de bohemia

Ustedes, que me marcan profundas paralelas en la sangre

Y transitan conmigo el latido y el ansia

Puedo decirme entera

Sin temor que me aplaste la verdad de mí misma

Y bien…

Estoy de vuelta

Perdón por ser humana.

J. L. Mendoza, 20 de noviembre de 2021.