Crónicas carcelarias

A fines de los noventa y principios del 2000, Juan López fue profesor de Lengua y Literatura en la Penitenciaría Provincial de Mendoza. Este Dossier reúne las Crónicas carcelarias (non-fiction) y artículos de opinión aparecidos en la prensa mendocina sobre el tema carcelario.

ORIGEN DE LA VIOLENCIA

En la Penitenciaría Provincial de Mendoza, a cualquier hora del día, se apaga la luz del pabellón. Los internos, encerrados, reclaman, gritan. Ante la falta de respuesta, comienzan a patear las puertas de las celdas. El encargado de pabellón llama al grupo de choque, que ingresa y elige al azar dos o tres celdas. Las abren, hacen salir a los presos y les pegan, bastante. Luego los trasladan al pabellón de castigo, que en setiembre del 2000 era el número 13. El 13 tiene unas 15 celdas con letrinas. Se amontonan allí presos castigados de los distintos pabellones. El máximo de permanencia permitido en esas celdas de castigo es de 15 días, pero se sabe de quienes han superado ese tiempo. La luz de los pabellones puede ser cortada con la llave térmica que está junto al ingreso, obviamente del lado de afuera. Es posible que los cortes se produzcan por problemas técnicos. Es posible. Todo es posible.

SUFICIENTE CON DOS MESES

Un alumno, muy joven, me pide si puedo «hacer algo» por él, que no sabe cuándo lo atenderán, cuándo conocerá algo de su situación legal. Le digo que hable con otro interno, también alumno, conocedor de la burocracia carcelaria. Mientras conversan, un oficial notificador llama al joven y le dice que se va el 9 de octubre a las 12, es decir dentro de un mes. El muchacho se emociona y mira para todos lados, desconcertado. Los demás alumnos festejan. Todos le damos la mano. Le digo que en los próximos días se tiene que portar bien y le pregunto cuánto tiempo hace que está preso. Y responde: «Dos meses, pero ya no quiero estar más».

EL SUEÑO, LOS BAÑOS Y EL BARCO

En unos de esos días en que Roberto está alegre, me cuenta: «Ayer soñé con usted. Era el dentista y me venía a revisar. Después pasaba al pabellón, me revisaba la boca y me sacaba la muela. Después usted recorría el lugar y se paraba en los baños. Al ver eso, se acercaba a la puerta del pabellón, rompía la llave y decía que no se iba de allí hasta que no viniera la Comisión». Se refiere a la Comisión de Seguimiento de Política Penitenciaria, compuesta por civiles de reconocida vocación humanitaria y democrática. Roberto cuenta luego cómo son los baños en la cárcel. «Para 200, tenemos dos baños y dos duchas», detalla, y agrega: «Es muy difícil elegir, cuando hay recreo, lo que uno va a hacer». En dos horas solamente se pueden bañar 50 personas. Mientras conversamos, por la puerta entreabierta vemos a un interno que pasa con un barco de madera, una fragata hermosa de un metro de largo, con velas de tela y tirantes de piola. Roberto recuerda: «Una vez le regalé un barco de esos a mi vieja para su cumpleaños. Le dije que lo había hecho yo, pero ella me miró a la cara como diciéndome ¡qué lo vas a haber hecho vos…!».

PEDIDOS

Hoy me pidieron que pida que les «mejoren» la «conducta», porque están estudiando. Un libro interesante, de historia. Que llame por teléfono al abogado tal y le diga que por favor venga urgente. Que «haga bajar» a un compañero a estudiar. Que traiga algo de José Hernández, el Martín Fierro puede ser. Que un interno ya preparó Lengua y quiere rendir, y que sólo le quedan Matemática, Trigonometría y Física para terminar el secundario. Me piden cartillas de alfabetización para un compañero de celda al que le están enseñando a leer y escribir. Un libro sobre los poderes de la mente y un «calzado» 40. Un libro de filosofía. Materiales para aprender el sistema Braille: un interno, cordobés, sabe transcribir y hay varios que quieren aprender. Datos sobre algún concurso de poesía. Una tijerita o alicate. «¿Para las uñas?», pregunto. «No, para el cabello». «No puedo ingresar eso, no puedo», le digo. Que llame por teléfono a un programa de televisión que busca gente y pregunte por dos familiares. Un libro con el que se pueda aprender a escribir un relato. Un libro cualquiera. Una revista.

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Notas Periodísticas

Testimonio en Diario Los Andes

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«Fábricas de angustia», por Juan López. Columna en el informe especial «Cárceles y educación», de Unidiversidad, agosto de 2017.

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