«¡Vete, viejo vanidoso, pavo de Manhattan!»

Ofrecemos a continuación fragmentos de la sección Pensando (prosa), del libro de Amado Nervo El arquero divino (1946). La Plata: Editorial Calomino. Se destacan las palabras del poeta mexicano contra Walt Whitman. Pero no nos quedemos en esto: otros muchos fragmentos son superlativos. Buen viaje.

… «La potencia de mi raza, la más grande de las razas» –dice Whitman–. Lo propio pensaron o dijeron los megalómanos de todos los grandes imperios que, después de unos instantes de brillo, de dominación y de injusticia, volvieron a la nada de donde habían nacido.

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Whitman: enumeraciones;
Glosolalia infantil;
Megalomanía.
Ojos de niño sorprendidos.
(Circulación superficial de la sangre, hija de la parálisis latente, y que da el contentamiento de sí mismo).
¡Vete, viejo vanidoso, pavo de Manhattan!
Prefiero el misterio enorme y sutil que se estremece en las páginas de Poe.


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El automóvil, una de las más bellas conquistas modernas, sólo ha servido hasta hoy para que los imbéciles vayan deprisa.

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Lo que nos hace sufrir nunca es «una tontería»… puesto que nos hace sufrir.

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Todas las cosas llegan, le hacen a uno daño y se van.

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EN TODO

Yo en todo encarno ideal.
Para mi sed inmortal
todo beso es eucarístico,
y pongo un impulso místico
hasta en el amor sexual.

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Derrotado siempre y abatido nunca,
yo, con sueños rotos, labro un ideal.

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Mi dinero es de todos; pero mi tiempo, no.

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Me causa tedio a veces hablar con ciertos jóvenes intelectuales, porque no veo en ellos sino la repetición más o menos exacta, según su calidad mental, de lo que yo pensé, creí o amé en otra época. Es como leer un libro que nos cautivó hace muchos años y que hoy nos hace bostezar.

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El reptil misterioso, cataléptico por excelencia, es la perfecta imagen del éxtasis.

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Vive y medra un poco más, nulidad vanidosa. Ya vendrá la muerte y te borrará de la escena del mundo como un niño borra un cero de un pizarrón.

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El rico os pide un servicio y aún pretende que le estéis agradecido.

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El viento no sabe toda la gratitud que le tienen las mujeres honradas cuyas piernas son bonitas.

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No hay reposo más grande que el de no esperar nada.

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Cada amigo es el eslabón de una cadena. El hombre de sociedad es el más lamentable esclavo moderno.

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El colmo de la sinceridad en un literato soporífero: dormirse leyendo su propia obra.

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Los maldicientes tienen la epidermis más delicada que sus víctimas. Su mayo castigo suele ser enterarse de lo que dicen de ellos.

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La evolución espiritual va de la inconsciencia al éxtasis, a través del dolor.

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La conciencia del ridículo suele ser más molesta que la conciencia del pecado.

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Para saber quién eres, necesitas morir.

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Querer aun cuando no te quieran; querer ¿no es ya por ventura un fin, una plenitud?

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El que no quiere andar con los hombres tiene que habérselas con los fantasmas interiores, que intentarán devorarle en soledad. Pero si los vence es un dios.

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Nuestra moral no está edificada sino sobre los sillares de nuestra malicia.

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Lo imprevisto constituye la nobleza de la vida y trae la misteriosa marca de origen de lo invisible.

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El miedo no es más que un deseo al revés.

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Yo me he vengado del desconsuelo de mi vida, consolando a los otros.

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La conciencia debía ser voluntaria, como el cerrar los ojos: así en los momentos angustiosos de la vida, cabría el recurso de perderla.

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Dios no se para ni disocia amores: los junta y aprieta más.
Hemos de fundirnos un día en el abismo infinito de su esencia; pero hemos de fundirnos abrazados a todos los que amamos en el largo camino de la evolución.

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Un pueblo es tanto más culto cuanto mejor aprecia loss matices y semitonos de la vida. Los pueblos incultos aman los colores fundamentales, y en su lenguaje rara vez emplean el subjuntivo. Afirman rotundamente; son amigos del sarcasmo y no aprecian la tenuidad de la ironía.

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En todo paisaje de la naturaleza, aun en el más opulento, aun en el más luminoso, hay un inmenso fondo de melancolía. Como si el mundo material estuviese triste por la carencia de algo misterioso que no nos es dado comprender.

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En cuanto nos sentimos incapaces del menor altruismo, nos volvemos escépticos y, si se ofrece, ateos, para tener el derecho de rebajar a Dios y a los hombres al nivel de nuestra miseria y de nuestra nada.

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La pasión amorosa más grande no resiste a tres meses de comidas sin invitados, so pena de romper mucha vajilla, o de estar cuanto menos a cada paso en peligro de romperla. Los amigos invitados son verdaderos aisladores de porcelana entre electricidades contrarias.

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Si la naturaleza no tardase siete años, poco más o menos, en traernos a la conciencia del mundo visible, sino que de pronto nos mostrase su espectáculo, nos moriríamos de asombro: de tal suerte la vida es maravillosa.

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Véngate del mundo siendo mejor que el mundo. ¿Dices que en el mundo reina la crueldad? Pues sé tú piadoso. ¿Dices que impera la fuerza bruta? Pues respeta tú a los débiles. ¿Dices que la injusticia hiere a los buenos? Pues tú sé justo hasta con los malos. ¿Afirmas que en un planeta donde acontecen tantos horrores no es posible encontrar la huella de Dios? Pues que esa huella se encuentre en tu espíritu y en tu corazón: te aseguro que basta y sobra.

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Un lobo, un tigre, después de hartos, dejan los restos para sus compañeros. Sólo el hombre, después de harto, niega lo que le sobre a un hermano y lo deja morir de hambre a las puertas de su despensa. Esta actitud es privativamente humana.

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En el amor la mitad del pecado es del hombre y la otra mitad es de los dioses. Por eso se perdona a los que han amado mucho.

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No sólo la aproximación de los grandes dolores, también la aproximación de los grandes placeres da miedo. En el umbral de un gran placer no probado, el alma se encoge temblorosa.

Amado Nervo (México, 1870-Uruguay, 1919).